Comentario
Si Florencia había tenido desde bastante tiempo atrás un destacado protagonismo en la escena política italiana, no le había ocurrido lo mismo al ducado de Sabova, considerado incluso como una entidad no estrictamente italiana. Sin embargo, desde mediados del Quinientos en adelante la presencia del poder ducal saboyano se hizo notar de forma apreciable debido a los variados avances que se estaban produciendo en su territorio. También en este caso sobresalió la acción de un personaje relevante, Manuel Filiberto, pieza esencial del proceso modernizador que se estaba operando en dicha zona. Por el Tratado de Cateau-Cambrésis (1559) pudo recobrar una buena parte de las tierras de su dominio, viéndose éste además incrementado gracias a la devolución hecha por Francia de algunas plazas y por la toma que este nuevo príncipe efectuó de otros enclaves, concretamente los que pudo quitar a los suizos. De esta manera quedó mejor definido y consolidado el Estado territorial de Saboya, favorecido de otra parte por la estimable situación estratégica de que disfrutaba. lo que le valió ser tenido cada vez más en cuenta a la hora de establecerse los acuerdos interestatales.
Manuel Filiberto adoptó unas formas de gobierno de corte absolutista, potenciando su autoridad personal y limitando o anulando los poderes de los organismos corporativos y regionales. La consecución de mayores recursos económicos, militares y administrativos sobre los que sustentar su actuación como soberano indiscutido fue su gran objetivo, que finalmente vería cumplido en gran medida hasta el punto de lograr elevar al ducado de Saboya a una posición no alcanzada anteriormente. A partir de 1580 Carlos Manuel sería el continuador de esta política de prestigio y de crecimiento territorial, confirmando en consecuencia las favorables perspectivas que se habían abierto para la Casa de Saboya durante la segunda mitad del siglo XVI.